01 agosto 2009

Last memory

Maldito cerebro que tengo. Luego de no escribir mucho tiempo "2 palabras" estoy viendo que no puedo seguirla. Hoy luego de casi reventar a golpes al querido Veneno abrí el documento de la historia, y escribí casi una página, luego no puede seguir porque...¡no recuerdo que me pasó despues del día cero! Ese es el problema con las historias propias, si no te acuerdas de algo moriste. Yo por mi parte creo que tendré hacer un racconto con todo lo anterior... pero no sé, hay algo que me incomoda al escribirlo, no sólo por el hecho de estar reviviendo esas épocas... sino porque lo cuento en primera persona, y es cómo si volviera a sentirlo todo otra vez. No me duele, no me importa, y sin embargo hay algo... aunque si hay algo ¿por qué no recuerdo nada nítidamente después de aquel día? No es que haya quedado como un zombie, porque si fuera así de todas formar recordaría mi estado "zombístico"... Bueno, todavía tengo que arreglar el primer capítulo de esta maldita historia, pero por lo demás está listo. ahora voy a empezar el segundo, y creo que me voy a hacer una cuenta en FictionPress, ahí subiré todo algún día... pero hasta entonces subo lo que llevo aquí. Ojalá no lo detesten.
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Capítulo 1: El Día Cero
Era extraño pensar como había llegado hasta ahí, ese era el punto de quiebre, mi corazón no podía más y no sabía como había aguantado tanto. Bastaron solo dos palabras para destrozarme. Mi alma se desgarraba, y ni siquiera podía llorar.
En silencio miraba el monitor del ordenador de mi hermano. No lo podía creer. Eran tantas sensaciones mezcladas… solo sabía que nunca me había sentido así, y que nunca más quería sentirme así.
De repente él se fue, después de no contestar mis dolidas frases. Yo sabía que en realidad seguía ahí, solo que para variar, me estaba evitando. No escribí nada más y me quedé pegada mirando esas pocas palabras escritas en rojo. “Pero si nosotros somos solamente amigos”. Solo amigos…Como me dolía y me enojaba, decirme eso, ¿después de todo lo demás? Simplemente era un descaro. Súbitamente mi silencio fue interrumpido por mi hermano:
-¿Ayúdame a pelar estas manzanas?-gritó desde la cocina. Respiré profundamente y hablé:
-Bueno. Espera un poco- mi voz temblaba a pesar de que casi no se oía. Cerré los ojos fuertemente tratando de serenarme. Luego de un rato me paré y fui hasta la cocina. Mis piernas actuaban solas, casi como zombis, aunque al igual que todo mi cuerpo, temblaba como gelatina. Agarré un cuchillo y tomé una manzana especialmente pequeña.
-¿No lo puedes hacer solo? Yo no sé pelar manzanas-dije disimulando
-Yo tampoco sé, por algo te pedí ayuda.
No volví a hablar durante al menos uno o dos minutos. Cuando apenas había logrado sacar dos centímetros de cáscara en la manzana, volví a hablar:
-¿Me esperas un poco? Tengo que llamar a alguien. Solo dos segunditos.
Salí prácticamente corriendo (en la medida que mis piernas lo permitían), agarré el teléfono inalámbrico y marqué el único número que desde hace un tiempo marcaba…
-¿Aló?
-Hola soy yo.
-Ah, hola, ¿como estás?
-Mm… mal.
-¿Qué pasó?
Comencé a contarle todo lo que había pasado. Cómo le había dicho lo que ella misma me había sugerido, lo que él había contestado… cómo me sentía.
-Vale me duele el corazón. Literalmente. Me duele, mucho… ¡nunca me había sentido tan mal! Y ni siquiera puedo llorar, no me sale una mísera lágrima.
-Pero… no, no… ¿Qué estás haciendo?
-¿Qué? Nada. Bueno…estaba ayudando a mi hermano a pelar unas manzanas. ¿Por qué?
-¿A Franco?
-Sí.
-Habla con él
-¿Qué? No, no puedo. Vale no puedo. No me va a salir ni siquiera un ruido de la boca. No puedo, de verdad que no.
-Pero trata. Te va a hacer bien…
Así dos segunditos se transformaron en veinte minutos. Veinte minutos hablando de un desalmado, veinte minutos diciendo “no puedo”.
Una cosa era haber hablado con Franco antes, pero otra muy distinta era hacerlo ahora. ¿Qué le iba a decir? “Franco adivina qué: tenías razón, es un idiota, lo odio y me rompió el corazón”… no creo que eso funcionara.
Todo era tan dramático, lo odiaba. Odiaba esa situación y lo odiaba a él…
-Por favor, solo trata. Después me cuentas que tal.
-Bueno-respondí susurrando-colgué el teléfono y tragué. Tenía un nudo enorme en la garganta.
Consideré seriamente mentir, y no contarle nada a Franco. Luego llamar de vuelta e inventar una conversación con mi hermano, pero simplemente yo no era así, y tampoco podía mentirle a una de mis mejores amigas…
-Menos mal que eran dos segunditos.
-Perdón-dije fingiendo una sonrisota. Miré la cocina y me di cuenta de que ya no habían manzanas, excepto una muy pequeña a medio pelar-¿Ya las pelaste todas?
-Sí. Solo falta la que estoy haciendo ahora y la tuya.
-Oh…
Se sentía como el silencio acuchillaba al aire y como el aire se desgarraba de repente. Miré hacia el techo y descubrí que la cocina era sorprendentemente luminosa en esos instantes, me dolían los ojos con tanto brillo. Volví los ojos a la labor e inspiré una bocanada de ese aire rasgado.
-Tenías razón-dije después de un buen rato. Franco me miró extrañado sin comprender nada.
-Razón… ¿en qué?
-En… lo que me dijiste. Sobre Seba-eché una miradita a Franco y rápidamente la llevé hacia mi pequeña manzana oxidada.
-¿Cuál de todas? Te dije varias cosas…
-Lo que dijiste sobre… lo que pensabas de…-dejé la manzana sobre la mesa y comenzé a mover las manos adelante y atrás tratando de expresar el concepto “nosotros”
-Ah… ya sé a que te refieres…Bueno, era lo que pensaba, por lo que él me había dicho, pero no estaba seguro. Osea...podría haber sido mentira.
-Pero no lo era-susurré.
Estaba claro que no estaba entendiendo a qué me refería. Y yo no daba más para hacerle entender.
-Listo-dije rompiendo el silencio. Franco me miró y le mostré la manzana desastrosamente pelada.
-Ahí está la olla, échala-dijo señalando a su derecha con la cabeza.

Aferraba cansinamente la almohada, con los ojos abiertos pero sin ver nada. Todo estaba oscuro en mi pieza y la única luz que había se encontraba a mis espaldas. Un dolor horrible aprisionaba mi corazón, pero aún así seguía sin llorar.
-Por qué…-decía en un susurro a la muralla- por qué…
Cerré los ojos fuertemente, cómo tratando de borrar las últimas 24 horas, pero al abrirlos nuevamente volvía a encontrar el silencio de la noche, no una mañana clara, que parecía tan inocente ante mis ojos, sólo había negro, y nada más.
Luego de una hora aproximadamente me quedé dormida. Con los ojos cansados y con una puntada en el pecho. Estaba exhausta, pero el dolor le ganaba a todo lo demás.

Desperté con la garganta seca, y con la espalda dolorida. Era de mañana, y respiraba aún más fuerte que en la noche anterior. La noche anterior, qué ajeno sonaba eso, me había ido a acostar muy temprano, pero… ¿qué hora era? No lo quería saber realmente, ningún pensamiento era relevante. Sólo veía la luz reflejada en las paredes, y eso me bastaba. Era de día. Un nuevo y horrible día.
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Bueno, eso es todo! Ojala les haya gustado... aunque sea un poco.

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