y vivieron felices por siempre...

(...)

-Ale... eres una niña tan linda... pero...-la chica miró al hombre que estaba en frente suyo, mirándola como si fuera una muñeca de porcelana- pero no entiendo porqué te guardas todo...
Alejandra se sorprendió un poco, y no pudo evitar poner cara de escepticismo. Gabriel extendió su mano y acarició suavemente la mejilla de su amada. Su piel era blanca como la nieve, suave y tersa...

-Me he dado cuenta que tú escuchas, pero te guardas todos tus sentimientos, tus emociones... no las compartes con nadie. Hablas lo justo y lo necesario, contestas las preguntas que te hacen, pero no hablas de tí por iniciativa propia...-Ale comenzó a lagrimear, no podía evitarlo. El tenía tanta razón...

-Tú... tú tienes tanta razón. ¡Y eso es lo que más me duele!-la chica ya lloraba con lágrimas de cocodrilo, no podía contenerse y no sabía el porqué. Se tapó los ojos con una mano, la sacó y se secó las lágrimas. Cerraba los ojos con toda su fuerza, pero no podía detener el torrente de tristeza que la invadía. Se sentía tan avergonzada por llorar así delante de Gabriel... cerraba los ojos y rogaba al cielo dejar de llorar. Pero no podía. No se atrevía a mirar al chico que tenía en frente suyo, no se atrevía a abrir los ojos y mirar los de Gabriel... y derrepente, sintió nuevamente su mano en su mejilla. En la mejilla que estaba libre, ya que la otra estaba apollada en el pasto. Los dos estaban acostados en el césped, uno al frente del otro, y hasta hace un rato... mírandose sin decir nada, como si no hubiera un mañana, como si tuvieran toda una eternidad...

Finalmente la chica abrió sus ojos, y a pesar que no veía mucho por sus lágrimas, miró a Gabriel...

continúa en la próxima entrada

P.D autor: Esto es lo que dije que haría la entrada anterior. Es solo un pequeño, ínfimo y remoto pedazo de todo. Jeje, así que tienen para leer para rato. Bueno, uno de los motivos de porqué este pedazo es cortito es porqué estaba hablando con mi carida Carolina. Caro te quiero demasiado, en serio, no sabes cuanto me ayudaste. Y me alegra demasiado que yo también te haya ayudado. ¡Te dedico esta historia a ti! Ya que dices que te gusta como escribo... ¡va para ud doña Caromila!