21 junio 2009

De manías y arpías


Ya que doña Andina me brindó el honor de ocultar la identidad de mi amor inconfesable, ahora podré hablar de él sin tener el bochorno de omitir cosas o darme vueltas para decirlo.
La cosa aquí es elemental: no evitas a la persona que te gusta. O por lo menos, no evitas a la persona que DICES te gusta. No, siquiera un descaro de decirme a mí, no, me entero por Mister Mina de que supuestamente el Mono quiera a la Mona.
Solicito permiso para maldecir a alguien. ¿Puedo? Pues bien, si puedo genial, si no, que me arresten.
Estoy pensando seriamente que cada vez odio más a los hombres. Hombres flojos. ¡Para qué encienden el computador si están durmiendo! Hombres simplemente BOSTAS. Así. Búsquese la palabra estiercol o bosta en el diccionario... espero. ¿Lo encontaron? Ah que sale una foto del Mono. O de Mister Mina, o de Don Jebús con profesión de político. Ah que nadie entiende. Apostemos, si total el Kino no tiene tanto poso.
¿Cómo puedes pretender que le crees a un hombre sus palabras si sus acciones dicen lo contrario? simplemente no se puede, claro. Y después el Depresivo con síndrome de poeta hambriento me dice que le digo mentiroso... hay que ser muy descarado, u hombre. Sí, es más fácil ser hombre. Es más probable... pero al fin y al cabo, ¿a quién le importa? A nadie. Apostemos otra vez: ah que al final de esto dice "0 comentarios". Revísenlo... los espero, hasta la próxima entrada. O mejor, no los espero, si total nadie lee esto. No sé ni porqué me doy el lujo de poner sobrenombres a la gente, total, nadie lo lee...

No hay comentarios:

Publicar un comentario